Había una vez un niño, Pedrito, que constantemente se estaba peleando con sus compañeros. Decía palabrotas y no dejaba tranquilos a los demás. Pero lo cierto es que se dió cuenta de que se había quedado sólo; nadie quería jugar con él. Hasta que su maestra intentó ayudarle mostrándole unas palabras mágicas que le ayudaría siempre:
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